viernes, 31 de octubre de 2008

Capítulo 2

....tanto y tanto mimaba Nemesia al duendecillo que algunos ratos le sacaba de la jaula y se lo ponía en el hombro como si fuera un loro de un pirata, y él como la veía tan guapa, ya sin postillas ni granos, se entretenía en acariciarle el pelo y hacerle rulitos con los dedos. Poco a poco Herodillo se fue familiarizando tanto con los dos primos, que le adoptaron, como si fuera un primillo pequeño. Nunca le había querido nadie y ahora se sentía querido y se iba ablandando su corazón.
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Nemesia esperaba la ocasión de pedirle que desencantara al príncipe para poder casarse con él. Era lo que más deseaba en el mundo.
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Antes de partir hacia el país del príncipe Cenizo, Eladio, que aparte de compositor de jotas en su pueblo también era buen pintor, había hecho una copia de las pinturas de la cueva del mago Websabio en un papel viejo que llevaban en el fondo de la cesta maleta, ya que eran unas pinturas mágicas y tenían el poder de conceder un deseo a quien adivinara su significado.
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Y así fueron cruzando montañas ríos y valles, camino del país de Cenizo.
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Para ganarse la vida y poder comer, Eladio iba cantando las aventuras que llevaban pasadas y la gente le daba algunas monedas que les servían para sobrevivir.
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Cantaba Eladio:
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-Esta es la historia de Eladio y Nemeeeesiaaaaa

Que vivían en La Nava al laito de la Igleeeesiiiiaaa.

Un día del mes de abril recibió Nemesia una esquelaaaaa.

Había un príncipe encantado, que se quería casar con eeeellaaaaaaaaa.

Se llamaba Cenizo y le habían echado un hechiiiiiiiiiiizooooo.

Un duende muy malicioso que se llamba Herodiiiiilloooooo.

Y vivían en una cueva de la Laguna del Tesoriiiiiiiiiilloooooooo.
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Nemesia salió corriendo con una cesta maleta llena de pan y morcilla y unas cuantas galleeettaaaasssssss.

Tenía unas pupas que le afeaban la cara

Y si el príncipe la veía se convertiría en raaaaaaaaannaaaaaaaaa.

Y avisó a su primo Eladio que era mu bajetiiiillo.

Y quería ser trovador pa cantar en el Castiiiiiiillooooooooo ...........
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Y así por pueblos y ciudades, en posadas y en casas abandonadas que encontraban a su paso, hasta que ya divisaron a lo lejos el Castillo del Príncipe. Y allí se pararon debajo de unos árboles para hacer noche y pensar la forma de que Nemesia se acercara a su príncipe sin ser convertida en rana. Así las cosas esa noche después de cenar le preguntaron al duendecillo:
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Ya que te hemos adoptado como primo y te hemos tomao cariño, ¿porqué no nos dices cómo le podemos quitar el hechizo al príncipe Cenizo?
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-La respuesta está en descifrar los dibujos de la Cueva de Websabio.... Por otra parte pensaba Nemesia atormentada... ¿Habrá encontrado el príncipe esposa? Y se ponía triste y decía por lo bajini: Cenicito, Cenicito mío... se había enamorado como una tórtola de su tórtolo.
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Por fin parecía que el castillo estaba cerca o por lo menos eso creía la Nemesia porque se había dejao las gafas de lejos en La Nava y no veí un burro a tres pasos, pero sí, era el castillo. Mientras se iban acercando la Nemesia no dejaba de rezar tos los rezos que se acordaba, aunque se atascaba en el credo porque decía que don Antonio hablaba mu bajo y ella no se lo había llegao a escuchar bien, pero en fin hacía lo que podía la mujer.
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Faltaban pocos metros para la llegada y sólo se oía de fondo e croar de cientos de ranas que hacían que la Nemesia se pusiera cada vez más nerviosa.
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Al verla llegar el vigilante del castillo salio corriendo en busca del cabo de la guardía civil que era el que mandaba allí, _mi cabo, mi cabo venga usté corriendo que viene otra vez la de los bujeros en la cara, con un tío con pinta de bruto y un bicho en el hombro...
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La Nemesia andaba corta de vista pero mu bien del oido y oyó al vigilante cómo gritaba al cabo aquello de "que viene otra vez la de los bujeros en la cara", ¿comooorrr?, será desgraciao, a ver cómo me ha conocio este tío después de que el Websabio me dejara la carita como el culo de un bebé. ¿Dónde habrá visto los bujeros? A Nemesia, con el berrinche que cogió con el guardia se le olvidó por un momento hasta lo que iba a hacer al castillo...
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El príncipe Cenizo estaba un poco mosca, hacia tiempo que ninguna mujer en estado casadero se le había acercado para tener un hijo y él que a su edad aún no se habia comido una rosca tenía verdadera urgencia de encontrar una mujer que terminase con aquel suplicio.
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Mandó que se editara otro bando por todos los confines de la tierra para atrapar al duendecillo y obligarlo de alguna manera a que le quitase el hechizo, el que lo consiguiera viviría en palacio por los restos de la vida y seria nombrado Consejero mayor del Reino.
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Los emisarios partieron con los pasquines y comenzaron a distribuirlos. Pronto se corrió la voz que en la sierra de La Nava habían visto un ser extraño merodeando por la Cueva de la Mua y pensaron que este podía ser el fatídico duendecillo.
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Nemesia y Eladio seguían intentando colarse en palacio y nada sabian del nuevo bando del príncipe Cenizo. El duendecillo se había encariñado con Nemesia y ahora sólo le preocupaba acurrucarse debajo del mantón, junto a sus pechos robustos, allí se dormía calentito.
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...de pronto vio correr al navero sin clase que se encontraba cojiendo esparragos por la caldereta y perdiendo el culo se fue para los pinos de Amaro cruzando la Solana de Pichirichi y la laguna del Tesorilo y Nemesia le dio de comer unos torreznos porque tenía mucha jambre..
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Mientras tanto el príncipe Cenizo daba largos paseos a caballo por el bosque cercano a su Castillo, pasando de vez en cuando por el estanque de las ranas, que cuando le veían pasar croaban más fuerte que nunca todas a coro, las pobres ya estaban hartas de ser ranas.
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Y caminando el príncipe se adentraba en el bosque donde Nemesia su primo y el duende estaban esperando otra ocasión para colarse en el Castillo sin ser vistos por el jardinero y los centinelas.
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Estaban viendo los planos de las pinturas de la cueva del Websabio, cuando de pronto... tocotó, tocotó, tocotó, hhiiiiiiiiiiiiiii.
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Rápidamente se echaron cuerpo a tierra debajo de unas ramas tapándose muy bien, por acaso peligraban. El príncipe Cenizo paró su caballo, miró para un sitio y para otro y no vio nada, pero el caballo seguía relinchando, presintiendo que alguien estaba escondido muy cerca. Al esconderse olvidaron encima de una piedra los planos de las pinturas que estaban intentando descifrar sin conseguirlo y el Príncipe que vió aquellos papeles extraños, se bajo de un salto del caballo y los metió en su morral, diciendo, -gracias a Dios encontré lo que andaba buscando durante muchos años, esto es mi salvación.
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Y Nemesia que lo estaba viendo por debajo de una rama, se puso colorada de ver lo guapo que era Cenizo y más que nunca deseó ser su esposa y tener un hijo del príncipe. Estuvo a punto de salir y darle un achuchón. En cambio Eladio por un momento se vio de trovador en Palacio con su melena, vestido con unos leotardos y un laud. Ohhhhhh dijo: sonará la flauta?
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El caballo del príncipe salio galopando hacia el castillo y cuando los escondidos salieron de debajo de las ramas, se miraron unos a otros y comprobaron que seguían siendo como antes, y que Nemesia no se había convertido en rana y había tenido al príncipe delante de ella. Esto es cosa de magia decían y el duendecillo se reía con una risa que parecía que se había vuelto loco, jijijijijijijijijiji jijijijijijiji jijijijijiji, uuuiiiii uiiiiuiuiuiuiuiiiiiii. Cenaron y se acostaron...
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Nemesia y Eladio seguían esperando un descuido de los guardias de palacio para poder consumar lo que les había llevado hasta allí, que no era otra cosa que tener un hijo con el príncipe Cenizo y quitarle el hechizo que le había hecho el duende Herodillo; por otra parte, este ya se había acostumbrado al calorcillo del pecho de Nemesia y se estaba volviendo un duende ni bueno ni malo si no todo lo contrario(esta frase no se que quiere decir pero queda bonita)prosigo: Eladio y Nemesia estaban empezando a impacientarse y decidieron darle un ultimátum al duendecillo o le descifraba los planos de las pinturas rupestres que se encuentran en esa maravillosa sierra que es Piedra Amarilla donde Wuesabio tenía su cueva o nunca más se recostaría en el pecho de Nemesia.
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Para Herodillo esto era demasiado cruel, ahora que él había encontrado consuelo y protección en los brazos de Nemesia,no,no podian hacerle eso, confesaría igual que Julián Muñoz ante el juez en un juzgado de Marbella..., dirá la verdad o no la dirá...
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Por fin Herodillo poniendo la mano izquierda sobre el pellejo-pergamino de los mandatos dijo: Puedo prometer y prometo que no me asustan vuestras bravatas, que yo y solo yo, tengo la clave para resolver el enigma de las pinturas rupestres y si tú te quieres casar con el príncipe y no ser convertida en rana tendrás que hacer lo que yo te proponga y tu Eladio a partir de mañana cuando hables conmigo tendrás que hacerme una profunda reverencia o de lo contrario quedarás convertido en sapo ¡AH! y cuando esté recostado sobre el pecho de Nemesia me cantarás...
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...A Eladio no le gustó nada lo que le acababa de decir el duende, no había hecho él un viaje tan largo para terminar haciendo reverencias y cantando sus poemas a un caprichoso duende, ya estaba harto de aguantarle sus impertinencias, y también de ver el cariño que le había tomado a su prima Nemesia, hasta el punto de meterse en su escote como si fuera un pollito muerto de frío. Nemesia aguantaba al plasta del duende, un poco compadecida, pero ya se estaba hartando porque el duende se entretenía dándole pellizcos muy finos y le tenía el escote que parecía que le habían picado las gallinas. No te lo crees ni tú, enano orejúo y rabón!!!! decía Eladio.
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Esperó a que fuera de noche y cuando apagaron el fuego y se acostaron, Herodillo se acurrucó dentro del escote de Nemesia, y él se levantó sigilosamente como si fuera a hacer pipi, le arrebató el pergamino de las pinturas al duende y se perdió entre los árboles del bosque camino del castillo del Príncipe. Lo tenía bien pensado, las aspirantes a casarse con el príncipe se convertían en rana al llegar al Palacio, pero él no aspiraba a ser la esposa del príncipe, sólo quería ser trovador y cantar a las damas de la corte debajo de su balcón a la luz de la luna...
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Cogió unas frutas para el camino, no tenía laud ni flauta, pero había aprendido a silbar cuando cuidaba las cabras en la sierra de La Nava, con eso y su voz esperaba tener éxito en la corte, después ya ayudaría a su prima desde dentro del palacio... Amanecía cuando llegó a la puerta del Palacio, las ranas estaban dormidas, pero alguien el gritó desde dentro: aaarrrrrrrrrtttoooooooooo aaahiiiiiii!!!!! -Otra vez el cansino de siempre, pensó Eladio...
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Pasados unos años el principe Cenizo salio un dia a pasear por el campo y vio a una hermosa dama, se la quedó mirando y parecía haberse enamorado de ella. La dama lo miró y se quedó prendada del princpe. Se acercó a ella y le dijo: ¿Cómo te llamas? La dama le contesto: Me llamo Rosalia.Y vos ¿como os llamáis? Y el joven contestó: Soy el principe Cenizo, me gustaría que vinieras a palacio a cenar con nosotros, ¿quieres? Y la joven contesto: No creo que mi madre Nemesia me deje, pero le preguntaré. Al rato,vuelve la joven y le responde al príncipe:
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Lo siento majestad, mi madre dice que los plebellos y la realeza no pueden estar juntos. La joven se puso muy triste y el príncipe también.Se estuvieron viendo un tiempo pero ellos se querían y querian estar juntos.
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Pasados unos días los jóvenes decidieron escaparse. Los reyes y el campesino estaban muy preocupados; entonces decidieron poner unos carteles rogando que regresaran que los dejarían casarse. Un dia, paseando los dos jovenes vieron el cartel y decidieron volver. Los padres de ambos se pusieron muy contentos, entonces decidieron dejar a los jóvenes que contrajeran matrimonio.
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LLegó el dia de la boda que se lió Nemesia haciendo rosquillas rescardones y coció unos kilos de altramuces y compró dos garrafas de aguardiente y una de coñac. Se celebró una gran fiesta en la pista de Mariano,todos estaban muy contentos,entonces el rey habló con Nemesia, y dijo: Por fin mi hijo se ha casado con la hija de Nemesia.
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Pasado unos meses, la que ya era princesa se quedo preñada y depués de nueve meses la princesa dio a luz, entonces el rey dijo: Por fin la maldición de mi querido hijo ha desaparecido. Entonces todo el mundo queria tocar y abrazar al principe porque durante años nadie podia haberlo hecho. Entonces fueron felices sin maldiciones ni males de ojos,el príncipe y la campesina ya eran felices.
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Pero resulta que el príncipe Cenizo se dio cuenta que todo esto había sido un sueño, que seguía siendo cenizo, que su maldición seguía, que en sueños todo era fácil, pero la realidad le reventaba la cabeza al darse cuenta que todo quedo en sólo un sueño.
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Una historia tras otra iban apareciendo por el reino sobre el principe Cenizo.
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Unos que si la Nemesia iba a ser la valiente joven que se casaría con el apuesto príncipe, otras que el príncipe soñaba con la hija de una plebeya llamada Nemesia, otra que toda la joven que a él se acercaba se convertía en rana, pero el duende Herodillo tenía la respuesta a todas estas incógnitas.
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Todo eran sueños e ilusiones que tenían los habitantes del reino por ver a su príncipe casado pero en realidad ¿qué ocurría?.
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Pasó una mañana que el joven y apuesto príncipe estaba junto a un estanque lleno de ranas mirándose en las cristalinas aguas cuando llegó un muchacho a dar de beber a su caballo, Cenizo que lo vió llegar se dirigió a él para charlar un poco y que la mañana se le hiciese más corta y llevadera y aliviar ese profundo pesar que sentía por el gafe te tenía que soportar.
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El joven del caballo estuvo largo rato hablando con el príncipe con tan buen arte y buenas maneras que hasta lo hizo reír.
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Aquella tarde Cenizo no dejó de acordarse del chico del estanque, hacía mucho tiempo que no tenía un rato tan agradable de conversación y además le había hecho olvidar su desgracia.
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Un día más que amaneció, y desde la ventana de palacio se podía ver el estanque. El príncipe no pudo resistir la idea de volver a ver si se encontraba con su nuevo amigo cuando este fuera a llevar a beber a su caballo.
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Allí se fue, y entre el croar de las ranas intentaba escuchar para ver si descubría el galopar del caballo. Hoy no pudo ser. Desde aquel momento, el príncipe Cenizo esperaba con impaciencia el que amaneciera cada día y desde sus aposentos ver el estanque al que esperaba que volviera a aparecer el joven jinete. ¿Qué era lo que estaba ocurriendo con el príncipe?
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...Que se había echo amigo del joven del caballo y estaba decepcionado...
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Mirar, mirar, hasta ahora nadie sabía que el principe cenizo perdía algo de aceite......ya se sabía que era un enamorado del arpa, la cual tocaba con gran habilidad y maestría, otro dia dia os contaré...
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...el príncipe madrugaba todos los días se tomaba el café, se ponía el traje de príncipe, con la pluma en el gorro y to y se bajaba a esperar al jinete. Durante varios días estuvo de guardia pero parecía que se lo había tragado la tierra, ni rastro del apuesto muchacho. Entonces el príncipe se hartó y dijo: para eso madrugo yo, con lo bien que se está en la cama... paso de esperar... ya volverá...
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Pero una mañana temparano cuando todavía estaba en silencio el Palacio, se oyó un caballo galopar y de pronto se paró en la puerta del Palacio.
Salió el centinela y dijo: aaarrrrrrrrrrttttttttttttooooooo, quien eres?
-Soy Pepe el de Benquerencia que vengo a buscar a mi novia, que se fue de casa en busca un príncipe, y según me dijeron unos de la Nava que andan acampaos a unas leguas, está aquí convertida en rana.
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Me la llevaré, aunque sea un un bote con agua. Y como encuentre al príncipe ese, le mataré, que por su culpa me quedé con el traje de novio comprao. Si lo llego a saber cuando estuvimos hablando hace días al lado del estanque... le hubiera atravesado con mi espada... pobrecita mi Mariana, convertida en rana... y mirando al estanque se lamantaba... a ver cómo sé yo ahora cual de ellas es, si es como los chinos que todas son iguales...
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Párate ahí con este que acaba de llegar, -dijo el centienela mirando a Eladio que permanecía allí sentado, esperando a que le dejaran pasar a Palacio...
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Un día llegó a la corte un vecino, cuyo único interés era saber donde tenía que dirigirse para que el principe Cenizco recibiera a su suegra, su ex-mujer y a una tal Esperanza Aguirre. Con mucha atención tomó nota y se fue camino de Helechal, diciendo por lo bajo, estas vienen a la Nava como que me llamo.......,pero una duda le corroía por dentro, ¿dejo la dirección en el ayuntamiento?.
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El principe Cenizo ya estaba harto de lo que se estaba alargando el cuento y paseaba por los jadines palacio todo nervioso, se mordía las uñas y pensaba: -o terminan el cuento de una vez, o me quedaré mas soltero y entero que Luis el de los Castillejos. A estos los veo yo venir, pero con el de los leotardos no me casooooooooo, no no y noooooo.
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El principe en estos primeros días de otoño,estaba muy alicaido, no conseguía romper la maldición encontrando a la doncella adecuada que engendrara a este hijo salvador. Además también le preocupaba enormemente su recién descubierta inclinación, o mejor desviación hacia tan lindo muchacho, se pasaba las mañanas enteras intentando divisarlo desde las ventanas del castillo. Tal era su obcecación por volver a verlo, que cuando dormía o las labores de la corte reclamaban su atención, tenía encargado a Hilfo su escudero de confianza que se encargara de vigilar día y noche por si el muchacho aparecía a dar de beber a las bestias.
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Hilfo era natural de Oporto, pero sus aventuras y desventuras, casi siempre guerreando y a sueldo del señor que mejor pagara, le hicieron aparecer por La Nava,en su eterno vagar buscando fortuna y emociones.
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Cuando llegó al pueblo y fue a poner su espada al servicio de nuestro principe se enteró de la maldición que sobre él pendía. Y Hilfo que en el fondo era un poco madraza, se juró así mismo empeñar todos los años que le quedasen de vida en servir al principe Cenizo. Así pues entre lo mal que hablaba el castellano , lo parco que era en palabras, y lo que quería a nuestro príncipe le hicieron el candidato ideal como escudero y hombre de confianza del Principe.
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Las malas lenguas culparon a Hilfo de despeñar desde la torre del castillo de Benquerencia a un bufón natural de Santa Amalia y que un dia se le ocurrió cantar: --El castillo de este pueblo, escurre como ninguno. Nu se sabe si es porque han fregao, o porque por el suelo hay mucho aceite derramao. ---Mucho aceite derramaooo. No se le volvió a ver más, se dice que fue el fiel escudero......
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El príncipe Cenizo cogió una rana del estanque y recordó a la bella joven que lo visitó para casarse con él y comenzó a besarla apasionadamente, pensando, que quizá se rompería el hechizo y podría casarse con ella. Pero la rana le dijo: controla, guapo, que estoy encantada de ser rana.
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Cansado el Principe Cenizo de que en estas tierras de La Serena no hiciesen nada más que sacarle cosas raras y de esta manera nadie ninguna moza casadera se le acercara, mando emisarios a la Tierra de las Nieves para ver si allí tenía más suerte.
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Al llegar los emisarios se encontraron a un esquimal tan viejo como el tiempo, nadie ha visto nunca su rostro y todos lo conocen como el Viejo Loco de los Hielos. Vive solo y duerme sobre la nieve helada en mitad de la noche eterna polar. Sólo posee un trineo todo de hielo y sus perros son tan viejos como él y ya no ladran. Cuentan los esquimales que vio pasar por las inmensas llanuras blancas a las primeras hordas de humanos procedentes de donde el sol nace, que los vio llegar y los vio marcharse hacia una tierra deshabitada más allá de todo horizonte.
Y cuentan que a los que quedaron desperdigados él los acogió, les enseñó a combatir el hielo más peligroso, ése que llevamos dentro, luego les dio el nombre de hombres y se retiró hacia lo inhóspito y lo incierto. Cuentan que eso ocurrió en un lejano y largo invierno, cuando los hielos unían los continentes separados. Aseguran también que vio a los drakkars surcar las aguas del Estrecho y que contempló a los orgullosos hombres y a las astutas mujeres vikingas sobre sus frágiles embarcaciones de niebla blanca.
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Cuentan los viejos esquimales, mientras saborean carne podrida, que un día el viento arrastró hasta él los lamentos de tribus expulsadas hacia el norte. Lo que empezó siendo el rumor del llanto de una vieja foca herida, había terminado por convertirse en el rugido de una orca enfurecida y alocada. Ante el avance del hombre blanco, el Viejo Loco de los Hielos huyó hacia los confines del hielo y desde entonces habita ese lugar oscuro en el que la claridad sólo puede surgir de uno mismo.
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Dicen los viejos esquimales, mientras sus mujeres ablandan el cuero con los dientes, que el Viejo Loco de los Hielos está empeñado desde siempre en encontrar a la Mujer Transparente. Y cuentan los esquimales que cuenta la leyenda que el cuerpo de la Mujer Transparente es de nieve y de noche y de fuego y de estrellas, y que viste una túnica tejida por todos los vientos porque todos los vientos nacen de ella.
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Y cuentan entre risas los viejos esquimales que, cuando ella se le aparece, el Viejo Loco de los Hielos siente que puede besar los ojos de la ballena, deslizarse bajo la piel de la morsa, copular con la gran osa blanca. Hay infiernos que encierran el cielo, dicen los esquimales; mientras, el Viejo Loco de los Hielos continúa su marcha errante por esos lugares que sin ser tierra son firmes como la tierra, que sin ser agua contienen todos nuestros naufragios, que sin ser fuego queman a veces como el fuego, que sin ser aire encierran como el aire todos los sueños y cuentan que los emisarios del principe Cenizo cautivados por el Viejo Loco de los Hielos siguen tras él errantes como su propio destino y ya no se recuerdan para que fueron a la Tierra de las Nieves.
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Nemesia y el duende al ver que Eladio les había abandonado para ser trovador en Palacio decidieron ir a ver al Principe. -O me caso con el principe Cenizo o me volveré a La Nava y me meteré a monja de clausura para toda la vida en el Convento de Cabeza del Buey, allí bordaré y haré dulces -le decía Nemesia a Herodillo, mientras iban caminando por el bosque.
Herodillo al verla tan triste se apiadó de ella y se propuso ayudarla y cuando se pararon a hacer noche en un chozo abandonado que encontraron al pasar, le dijo a Nemesia: Sé de que manera puedes entrar en Palacio sin ser convertida en rana, lo decían las pinturas de la gruta, que Eladio se llevó la copia pero nunca sabrá descifrarlo, sólo yo sé lo que pone, porque lo escribí hace 500 años.
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Nemesia escuchaba con los ojos muy abiertos, mientras chupaba unas raices que habían cogido por el camino para cenar, ya estaban muy agotados, el viaje había sido largo. Dime Herodillo cómo puedo hacer para casarme con mi amor Cenizo? Querida Nemesia: pasando al Palacio vestida de aldeano. Si pasas vestida de mujer te convertirás en rana. Yo al hacer la pócima que di de beber al principe para encantarlo olvidé echar hojas de cilantro, que es lo que hace que distinga que es mujer la que traspasa la puerta de Palacio, de esta manera el encantameinto sólo sabe que son damas por ir vestidas de mujer, pero si pasas vestida de hombre, no funcionará y podrás abrazar al principe, y una vez traspasada la puerta ya, no correrás peligro. Nemesia cogió al duende y le dio dos besos que casi le deja sordo.
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¡Vamos inmediatamente para el Palacio! y se pusieron en camino.
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Al amanecer pasaron por una cabaña de pastores, donde tenían tendidas la ropas, entre las cuales había unos pantalones de pana, unos zahones, una chambra negra de rayas... y o lo dudó... dijo: que Dios os lo pague, y se los llevó haciéndolos un hatillo que sujetaba con un palo en su hombro. Unas horas mas tarde ya divisaron el Palacio, Nemesia se puso los pantalones de pana los zahones y la chambra y en la cabeza se puso un moquero con cuatro nudos que llevaba en el bolsillo desde que salieron de La Nava.
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Se fueron dispuestos a atravesar la puerta de Palacio. -Te pareces a Macario, le dijo el duende- y salió huyendo hacia el bosque y nadie jamás le volvió a ver. -Con esta pinta no me conocería ni mi aguelo mano Vitoriano.
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AAAAAAAAAArrrrtooooo aaahiiiiiiiiiiii, le dijo el centinela, quien eres tu?
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-Soy el pastor que cuida las ovejas del príncipe y vengo a hablar con su Majestad porque se man juntao las churras con las merinas.
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Pasa que has pillao al principe algo triste y desvelao, a ver si contando las ovejas se entretiene y mejora. Nemesia no se lo podía creer, se tocaba de arriba a abajo a ver si era una rana, pero no, allí estaba con pinta de gañán, pero dentro del palacio.
Se escondió detrás de una cortina y se quito el traje de pastor, se pintó los labios y se soltó el pelo y salió que parecia un ángel de bonita y feliz. De pronto oyó unos pasos y una música muy familiar, y por el final del largo pasillo vio aparecer al principe Cenizo, y detrás a su primo Eladio vestido de robinjud y con melena cuadrada, tocando un laud.
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-Donde está ese pastor -tor tor tor, decia Eladio- que quiere hablar conmigo? -igo igo igo decía Eladio- no lo veo por ninguna parte, -arte arte arte, decía Eladio.
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Y Cenizo miró a Nemesia... la vio tan guapa... que sintió que Cupido le atravesaba el corazón con 100 flechas de amor...
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-Eres la mujer de mi vida, eres mi hada, mi princesa. Serás mi mujer, mi reina. Dime que si o me moriré de amor...
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Nemesia se iba aproximando al príncipe.
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-He venido a salvarte de la maldición que pesa sobre tí. Y no tardaré en conseguirlo. Después, seremos los principes mas felices de toda la tierra.
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Cenizo cogió a Nemesia de la mano y la llevo hacia sus aposentos del ala norte del palacio y pusieron todo su empeño en romper bien roto el hechizo.
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A Eladio le dejaron tocando el laud en medio del pasillo. A todo esto las ranas del estanque empezaron a ser desencantadas como por arte de magia, volvieron a ser mujeres todas bellísimas, y al oir la música de Eladio salieron corriendo detrás de él y le persiguieron por todo el reino.
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Tanto y tanto corrió Eladio hasta que despistó a las damas que cuando se dio cuenta había llegado a La Nava y allí cantaba sus romaces y la historia de Cenizo y Nemesia. Es por eso que ahora la cuento yo, que soy de allí.
A los nueve meses Nemesia y Cenizo tuvieron una hija a la que pusieron Vitorana. Se casaron y vivieron felices y comieron perdices...


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